29.07.2019. María José Toro, como muchos otros profesionales, llegó a la procura sin planearlo. Se colegió hace 22 años y compaginó durante un tiempo su trabajo como profesora de clases particulares con la procura. La profesión fue ganando terreno en su vida, abrió un despacho y se quedó. “Lejos de desaparecer, la procura es una profesión cada vez más necesaria”, subraya Toro.
¿Han cambiado muchas cosas en la profesión desde tus inicios?
Cuando empecé ni siquiera existía una sala común de notificaciones, ni mucho menos Lexnet. Hacíamos mucha más vida en el colegio, el trato con los funcionarios era directo, personal y diario. Yo mantengo muy buena relación con todo el mundo en el juzgado gracias a esa época, porque ahora apenas nos vemos, el Lexnet y el correo electrónico lo han sustituido todo. Hoy en día, entre Lexnet y la posibilidad de trabajar todos en todo el territorio, con la Ley Ómnibus, se ha mercantilizado más la profesión. Los procuradores siempre hemos tenido un código no escrito de compañerismo y colaboración y eso cada vez se pierde más, porque cada vez nos conocemos menos.
¿Es la procura una profesión en constante evolución?
Todo el sector de la Justicia está en constante evolución. Desde que yo estoy colegiada, la procura siempre ha estado a punto de extinguirse. Estamos cambiando y buscando fórmulas, pero ahí estamos. Ha evolucionado, pero como lo ha hecho toda la Administración.
¿Qué es lo más difícil en una profesión como la tuya?
Puedo considerarme una privilegiada, porque nunca he tenido problemas en el ejercicio de mi profesión. Siempre he estado arropada, nunca he tenido conflictos con ningún compañero y me he formado un buen ambiente laboral hace 20 años, cuando monté el despacho con mi socia. Seguimos siendo socias, compañeras, amigas y tenemos un ambiente cómodo a todos los niveles. Sí es cierto que cada vez las empresas aprietan más y pagan menos, todo es para antes de ayer y, a veces, el monopolio que crean los clientes grandes te genera una especie de servilismo hacia ellos, y se convierten en el foco central de tu día a día.
¿Por dónde pasa conseguir un futuro sólido para la procura?
Hacia el camino que va la profesión, lejos de desaparecer, creo que cada vez es más necesaria. Una tarea como la nuestra es inabarcable para el abogado. La vida diaria del procurador es el juzgado y la del abogado, el despacho. Para un abogado que lleva un caso, lo más importante no son los 15 minutos de la vista, sino la preparación del asunto. Creo que las funciones del procurador y del abogado no son compatibles, y también creo que no sería bueno que lo fuesen. El procurador está mucho más en contacto con la realidad, como es el caso de la ejecución, y ese es un campo hacia el que deberíamos dirigirnos, porque ya está siendo así en otros países de nuestro entorno europeo.
¿Qué significa una institución como el Colegio de Procuradores para la profesión hoy en día y qué papel jugará en el futuro?
Este es mi segundo mandato de legislatura en la junta de gobierno. Estamos para solventar pequeños problemas del día a día entre el juzgado y el procurador, siempre en defensa de la profesión en sentido amplio y del compañero. Nos reunimos una vez al mes y tratamos de abarcar todo lo que es la vida del Colegio durante ese mes, desde cómo podemos ayudar al compañero que está de baja, cómo se nos trata con respecto a otros colegios, cómo podemos facilitar y agilizar la labor del juzgado, del cliente, abogado… Tomamos decisiones en representación de la mayoría y considerando nuestros intereses legítimos. A todos nos mueve el ánimo común de hacer cosas para ayudar al día a día del compañero, para que la profesión se mantenga, tengamos un buen ambiente de trabajo y la comunicación entre nosotros sea más fácil.