28.10.2022. Erminia Alonso (Vigo, 1969), licenciada en derecho por la Universidad de Santiago, empezó a trabajar como abogada, pero lo que más le gustaba era la tramitación procesal, por lo que decidió colegiarse como procuradora hace ahora 25 años. Le gusta su profesión, especialmente el trato con la gente, ya que se define como “una persona muy comunicativa y habladora y me encanta ayudar a las personas”. Le gustan menos la esclavitud de los plazos, los agobios y tener que andar corriendo de un sitio para otro. Para desconectar de ese trajín, cultiva hortalizas y verduras. Le encanta trabajar en su huerto “sin mirar qué hora es; eso me libera y me hace pensar en las cosas que tengo pendientes”. Y añade riendo: “Algún que otro entuerto del juzgado lo he resuelto plantando patatas”.
¿Por qué cultivas un huerto?
Para mí es necesario respirar aire puro y vivir la naturaleza. Mi mayor afición es trabajar en el campo: plantar todo tipo de hortalizas y escaparme durante horas a cuidarlas. En mi huerto planto de todo: patatas, verduras, cebollas, zanahorias, … Y se me da bien. De lo que estoy más orgullosa es de un maíz no transgénico y autóctono del que quedamos muy poquitos cultivadores. Me encanta llegar al campo y trabajar sin mirar qué hora es, eso me libera y me hace pensar en las cosas que tengo pendientes. Algún que otro entuerto del juzgado lo he resuelto plantando patatas.
Llevas 25 años de procuradora, seguro que has vivido muchas anécdotas…
¡Sí! Las anécdotas siempre están relacionadas con el desconocimiento de nuestras funciones. En cierta ocasión, un cliente me preguntó si tenía que buscar él los testigos para su pleito o me encargaba yo. Le pregunté que por qué creía que me podía encargar yo y me respondió: “Hombre, el procurador ¿no es el que procura traer las pruebas al pleito?”
¿Qué te ha aportado la profesión?
Mi balance de estos 25 años es positivo, pero si algo tengo que resaltar es mi relación con mis compañeros. Solo tengo palabras de agradecimiento para todos y cada uno de ellos. Nunca he tenido ningún desencuentro con un procurador. Al contrario, siempre han estado cuando los he necesitado. Y, recíprocamente, yo siempre estaré a disposición de un compañero.
¿Ha evolucionado la procura en ese tiempo?
La profesión no ha cambiado, pero la forma de trabajar sí. Soy de una generación en cuyos inicios no había móviles, nuestro medio de comunicación era el fax y los procedimientos por escrito y en los juzgados eran cosa nuestra. Hoy somos especialistas en programas informáticos, notificaciones telemáticas y aplicaciones móviles. Pero en esencia seguimos siendo los encargados de tramitar el proceso.
¿Cómo ves el futuro?
Cuando empecé en esta profesión, ya estaba en crisis, pero somos duros de pelar. Creo que al menos hasta la jubilación vamos a poder subsistir y no me planteo nada más allá que vivir partido a partido. Así que, virgencita, virgencita, que me quede como estoy.